En el Cuzco de la primera mitad del siglo XX, los funerales fueron una muestra social de dolor colectivo. Si bien el cortejo fúnebre se realizaba en el espacio público. Estos, variaban acorde a la posición social del difunto; así, los funerales de las elites se caracterizaban por el silencio de los deudos y demostraban un reconocimiento público mientras que los funerales de la gente del pueblo se realizaban entre llanto y alcohol. Pocas funerarias se ocupaban de llevar a los cuzqueños hasta su última morada. Los deudos y asistentes iban vestidos de luto como si fueran de la familia e iban juntamente con el ataúd hasta el cementerio.