El primer ferrocarril peruano se constituyó en 1850. Asimismo, los primeros ferrocarriles en el país se desarrollaron principalmente con el objetivo de unir y dinamizar el intercambio entre centros urbanos y nodos comerciales en la costa. Sin embargo, el resto del país dependía de los caminos para interconectarse; así, el proyecto civilista planteó comunicar el territorio a través de rieles, pero fracasó debido a reformas que no se concluyeron. Posteriormente, los ferrocarriles fueron regentados por la Peruvian Corporation, constituida en 1890, que reparó y concluyó estas vías. Durante la primera década del siglo XX la vía férrea se extendió al centro y sur del Perú, llegando a Cuzco en 1908, sacándolo de su aislamiento e insertándolo en el proceso del desarrollo mercantil sureño. Progresivamente, gracias a la insistencia de los políticos cuzqueños, la línea férrea se fue alargando y llegó a Huaroncondo en 1920; a Pachar en 1923 y a Machu Picchu en 1928. De igual modo, décadas más tarde finalmente el ferrocarril llegó a Quillabamba en 1978.