En el Cuzco del siglo XX, las categorías raciales estaban presentes en la vida diaria de sus habitantes. Así, las mestizas eran mujeres indígenas urbanas adscritas a la clase trabajadora puesto que, usualmente, eran vendedoras en el mercado, regentaban chicherías y servían de intermediarias de productos que llevan del campo a la ciudad. Progresivamente, las mestizas lograron alcanzar estatus y poder dentro de la ciudad; sin embargo, siguiendo un discurso de “decencia”, las elites las desdeñaban y las consideraban como mujeres transgresoras del orden urbano.