En la fotografía se encuentra: Sentado en la mesa principal usando lentes, Pedro Pascual Farfán de los Godos
Contexto:
La Semana santa es una de las fiestas más importantes dentro del ciclo litúrgico católico, fue introducida en América durante la conquista a través del intercambio colombino. En el Cuzco del siglo XX, la Semana Santa se celebraba con gran algarabía y era el momento culminante del año en materia de celebraciones religiosas. El acto principal era la procesión del lunes santo, en que el Señor de los Temblores recorría la Plaza de Armas entre las invocaciones de los fieles y las rogativas en quechua de la gente del pueblo. Se veía la imagen del Señor entre el humo de los cirios, doliente y cubierta de lágrimas rojas, como si manara sangre de su cuerpo, debido a las flores rojas del k'antu, que los niños recogían y arrojaban sobre el anda cuando abandonaba la Catedral. El lapso que duraba la procesión era el momento culminante de la religiosidad cuzqueña. Blancos, mestizos e indígenas se juntaban en las calles participando todos con fervor conmovedor; los indígenas acudían desde sus provincias, agrupados por parroquias, y antes de que el Señor apareciera, se reunían en gran número en la Plaza de Armas, frente al atrio de la Catedral; durante toda la semana se oficiaban misas y actos importantes en este recinto principal. Asimismo, el Viernes Santo salía de la Catedral la procesión del Santo Sepulcro, y daba una vuelta por el contorno de la Plaza de Armas para luego retornar al templo. Esta era una procesión de la aristocracia cuzqueña, en la que las personalidades de la ciudad se turnaban para cargar las andas. Toda la demás concurrencia estaba vestida de negro y portaba cirios encendidos.