El origen de la música y la danza como forma de expresión en los Andes se remonta a la prehistoria, época donde los hombres buscaron satisfacer sus necesidades manifestando movimientos corporales acorde a melodías que transmitían desde sus rudimentarios instrumentos musicales. Con el tiempo, la música y la danza se fue perfeccionando en el área andina, alcanzando su cenit en el Tawantinsuyo. La conquista interrumpió el proceso estilístico de música y danza e impuso sus nuevos conceptos estéticos. Así, la música andina comenzó a fusionarse con la música traída de Europa y producto de ello se conformó una identidad musical propia que fue desarrollada e impulsada en gran parte del siglo XX.