En el Cuzco del primer tercio del siglo XX, los jefes militares eran personas importantes en la vida de la ciudad, se consideraba que tenían el poder suficiente como para utilizar, de la manera que considerasen conveniente, las fuerzas bajo su mando. Por eso a los prefectos siempre les interesó tenerlos muy cerca, para estar advertidos de cualquier ardid o rebelión en marcha. En la calle Maruri se encontraba el Cuartel Militar 27 de noviembre que servía como centro de operaciones de los militares en Cuzco.