En el Cuzco de la primera mitad del siglo XX, la primera comunión era una fiesta especial que se hacía individualmente en la parroquia o templo más cercano. Este evento dentro del marco religioso católico era importante pues el niño, previamente instruido en catequesis, recibía el cuerpo de Cristo por primera vez. Las primeras comuniones cuzqueñas se realizaban en familia y con los padrinos que, desde el momento de la comunión, se convertían en guías religiosos para el niño. Asimismo, con este rito se establecían lazos de compadrazgo entre familias que, en muchas ocasiones, servía como engranaje de un complejo sistema de cambios y aportaciones.